El Esconjuradero

Los escojuranderos son lugarcicos perdidos en la memoria.

En un tiempo en el que lo oculto se confundía con lo culto, la gente construyó un lugar en esa tierra de nadie. Cuatro paredes de piedra sin trabajar y una falsa bóveda. Abiertos por tres lados, cerrado por el este. Los dioses nuevos y los antiguos habitaban en paz en ese pequeño espacio.

Y allí se reunía el pueblo para pedirles clemencia con las tormentas, con las sequías, en un siglo atacado por guerras, hambrunas y pestes. Pequeños sacrificios con la vista gorda del clero.

Lo que nuestras bruxas piden es el beneplácito del monte para poder escapar del gran señor que subido a su corcel destruía la vida de las más jóvenes del valle de Tena y de sus familias.

Bilbliografía.
Escultura: Arturo Monteagudo
Fotografía: Carlos PiesDeGarza
Poesía: Marisa Pérez
Canción: Lorena Embún y Domingo

1.

En este escojurandero,

mientras la noche nos guarda,

pedimos a nuestras diosas

que el bosque que nos criara

vuelva a escondernos de nuevo.

2.

Diosas de sol y la luna

hacia vuestro hogar iremos

escapando de los hombres

pues a mi niña de rubios cabellos

destino negro la espera.

3.

Se acerca el señor que es carnero.

Pedimos a la montaña,

desde este escojurandero,

un hogar entre sus faldas,

que hechizadas no seremos.

4.

Le pedimos al bosque

que nos guíe entre sus ramas,

que nos proteja del frío,

de tormentas,

de peligros,

del fuego que nos aguarda.